Cada año en las carreteras de todo el mundo mueren más de 1,3 millones de personas. Lo que significa 3.700 muertes diarias. Además, no menos de 50 millones de personas sufren traumatismos por esa causa, siendo la velocidad el factor que contribuye a la gravedad de todas las colisiones de tránsito, de acuerdo con el Informe de Estado Global sobre Seguridad Vial 2018 de la OMS.
Limitar la velocidad en áreas urbanas es clave dado que a medida que aumenta la velocidad media, también aumenta la probabilidad de accidente y la gravedad de sus consecuencias. Mientras un peatón tiene menos del 20% de probabilidades de morir si es atropellado por un automóvil que circula a menos de 50 kilómetros por hora, su riesgo de morir aumenta a casi 60% si es atropellado a 80 kilómetros por hora. Se estima que “una reducción del 5% en la velocidad promedio puede reducir el número de muertes en un 30%”.
En las Américas, las muertes causadas por el tránsito son la segunda causa principal de mortalidad en adultos jóvenes de 15 a 29 años, según el informe Estado de la seguridad vial en la Región de las Américas de la OPS. En la región, casi la mitad de todas las muertes por lesiones en el tránsito son de motociclistas (23%), peatones (22%), y ciclistas (3%).
Asimismo, los siniestros en las vías tienen consecuencias económicas. Se calcula que en los grupos de edad más jóvenes las consecuencias desproporcionadas de las colisiones cuestan a los países aproximadamente el 3% de su producto interno bruto (PIB).
Las ciudades dan el ejemplo
A 2018 solo 46 países que representan a 3 billones de personas tenían leyes que establecían límites de velocidad que se alinean con las mejores prácticas. Sin embargo, en la actualidad, según Eugenia Rodrígues, asesora regional de seguridad vial de la OPS/OMS, hay todo un movimiento en las grandes capitales para disminuir la velocidad y salvar vidas.
Una de esas ciudades es Bogotá. “En la capital de Colombia varias de las medidas en materia de seguridad vial están en línea con lo recomendado por la OMS, como lo es el límite de velocidad a 50 kilómetros por hora en las áreas urbanas y que este límite sea aún menor en las áreas donde hay una concentración muy grande de personas como zonas escolares o comerciales. La ciudad, además, está ampliando las áreas de ciclovías, que es algo que nosotros recomendamos cada vez más. Incentivamos el transporte activo por los beneficios para la salud, la prevención de enfermedades no transmisibles y para disminuir la polución de aire”.
“La oportunidad para las ciudades es enorme, porque albergan a más de la mitad de la población mundial. Una vez que las ciudades demuestran que algo funciona, los gobiernos nacionales tienden a estar más dispuestos a ampliar una solución probada”, afirmó Michael Bloomberg, fundador de Bloomberg Philanthropies, cuya Iniciativa para la Seguridad Vial Global invierte y trabaja para frenar las muertes y lesiones en las calles y carreteras del mundo
Según Rebecca Bavinger, del área de salud pública de Bloomberg Philanthropies, el reto a seguir en Bogotá es promover una cultura ciudadana, para que los ciudadanos sean conscientes de la importancia de reducir la velocidad para que los avances en materia de seguridad vial puedan ser legados a las siguientes generaciones y, como afirma la alcaldesa Lopez, para “seguir dando una lucha por la vida”.